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sábado, 2 de mayo de 2015

Tenía Cáncer Y Pensó Que Adelgazaba Gracias A Una Dieta

GRAN BRETAÑA.- Jemma Doran, una joven británica, siempre había soñado con bajar de peso. De hecho, durante unos meses se dedicó por completo a cumplir su deseo.

Fue al gimnasio y decidió iniciar una estricta dieta. Su fuerza de voluntad se veía recompensada al subirse semanalmente a la balanza. Ella se veía bien y pensaba que estaba logrando su objetivo.

Sin embargo, detrás de esa brusca pérdida de pesos se ocultaba una terrible enfermedad. Jemma padece cáncer de amígdalas en una fase muy avanzada, ya que en ningún caso se planteó que bajar tan fácilmente de peso se debería a una dolencia, sino más bien a su estricta dieta y trabajo físico.

La joven acudió al médico porque tenía un fuerte dolor de garganta. Ahí fue cuando su facultativo le diagnosticó la enfermedad y le fue muy sincero: "Ya no podemos hacer nada por ti".

El tumor ya alcanzó el pulmón y ningún tratamiento puede curar a Jemma. Por eso ahora la británica pide al resto de jóvenes que buscan adelgazar con rapidez, que extremen las precauciones. Ella está convencida de que si no se hubiese sometido a una dieta tan estricta, se habría alertado cuando la enfermedad aún no presentaba una fase tan delicada.

Para no dar lugar a engaño, Jemma Doran apunta que con ello "no quiero decir que por comenzar una dieta vayas a caer enfermo o morir", pero en su caso sí cree que "se podría haber diagnosticado antes".

Una Mujer Fue Operada De Cáncer Pero Estaba Sana

GRAN BRETAÑA.- Una mujer británica de 39 años fue operada de un cáncer de mama , pero estaba sana. En julio de 2013, Elizabeth Dawes fue diagnosticada erróneamente de un cáncer de grado tres por el que se le recomendaba una intervención inmediata que suponía una doble mastectomía.

Cuatro días después de ser sometida a la operación, la mujer fue llamada a la consulta para comunicarle que se habían equivocado con los resultados que le habían dado.

Podía haber sido un simple error con el diagnóstico, pero el caso de Dawes es flagrante, ya que se le comunica que tiene un cáncer de mama invasivo de grado tres, la operan, con los riesgos que eso conlleva y las secuelas que le quedan de por vida, y se dan cuenta de que se ha cometido un error cuatro días después de la intervención quirúrgica.

Ahora la mujer británica tiene que asumir el shock por el error cometido por parte de los médicos, a causa del cualdejó su trabajo como enfermera, y otro tipo de consecuencias graves como la que explica ella misma al Daily Mail.

"El médico me dijo que iba a necesitar un elevador de mama bilateral para mejorar estéticamente la forma de mis pechos, de lo contrario, después de tener la cicatriz de la operación me quedaría deforme".

El caso no se va a cerrar aquí, ya que Elizabeth piensa tomar medidas legales contra los médicos que la diagnosticaron mal: "Todavía estoy con dolor, he perdido mucha sensibilidad en mis pechos y la cicatrización no ha mejorado. Nada compensa lo que ha sucedido, pero estoy decidida a que se haga justicia y siento que al menos merezco una disculpa oficial".

Una Joven Anoréxica Sólo Se Alimentaba Con Unas Cucharadas De Sopa Y Una Bebida Light

GRAN BRETAÑA.- La obsesión por obtener el cuerpo perfecto llevó a una joven británica a poner en serio peligro su salud.

Pese que los nutricionistas recomiendan la ingesta de al menos 1.700 calorías, con tan solo 18 años Lydia Davies comenzó a ingerir 13 calorías al día. Ahora, cinco años después de caer en la anorexia, contó en un libro cómo eran sus días más duros.

Su etapa escolar fue como la de cualquier chica de su edad. Sin embargo, al llegar a la universidad para iniciar sus estudios de moda, comenzó una verdadera pesadilla. Después de una cita comenzó a no sentirse a gusto con su cuerpo y cambió por completo sus hábitos alimenticios.

Pasó de comer con normalidad, a ingerir tan solo unas cucharadas de sopa y una bebida light. Con eso ya debía pasar las 24 horas del día. Vivir en una residencia de estudiantes tampoco la ayudó a superar la enfermedad.

Los insultos de sus compañeros por su extrema delgadez la animaban para continuar con su dramático objetivo. Sin embargo, un día se asustó al verse en el espejo y, ante el temor de ser hospitalizada, cayó en el alcoholismo.

Lydia confiesa que se bebía dos botellas de vino por día, hasta que sus padres descubrieron que guardaba hasta 40 botellas en su dormitorio.

Afortunadamente, y tras un largo proceso de recuperación, Lydia considera que está en el camino correcto para superar la enfermedad. Confiesa que el apoyo de su novio fue de gran ayuda y que publica este libro para apoyar a otras chicas que sufren anorexia o bulimia.