Una mujer utilizó una táctica bastante inusual para robar en una farmacia en Alemania.
Al parecer, esta persona asaltó el negocio de la localidad de Darmstadt levantandose la blusa y lanzando chorros de su leche materna a uno de los cajeros.
La mujer – apodada "La pulverizadora de leche"- entró en horas de la tarde para comprar, aparentemente, un extractor de leche, según informó la Policía a medios locales.
Al acercarse a la caja con un billete de 200 euros en la mano, para cancelar el artículo de un valor de 20, se descubrió repentinamente uno de los pechos y lo maniobró para arrojar leche a los ojos del encargado.
Luego de distraerlo tomó el dinero de la caja registradora abierta, pero no se detuvo y siguió arrojando su leche para meter mano a una segunda caja, tras lo cual salió disparada del lugar con el extractor de leche.
Los testigos describen a la asaltante como de una figura "robusta", cabello largo y oscuro atado en una cola de caballo.
La Policía local describió el hecho como "casi increíble" y que a demás, "el personal y los clientes se quedaron como estatuas de sal, porque no están acostumbrados a algo tan extraordinario".
Al parecer, esta persona asaltó el negocio de la localidad de Darmstadt levantandose la blusa y lanzando chorros de su leche materna a uno de los cajeros.
La mujer – apodada "La pulverizadora de leche"- entró en horas de la tarde para comprar, aparentemente, un extractor de leche, según informó la Policía a medios locales.
Al acercarse a la caja con un billete de 200 euros en la mano, para cancelar el artículo de un valor de 20, se descubrió repentinamente uno de los pechos y lo maniobró para arrojar leche a los ojos del encargado.
Luego de distraerlo tomó el dinero de la caja registradora abierta, pero no se detuvo y siguió arrojando su leche para meter mano a una segunda caja, tras lo cual salió disparada del lugar con el extractor de leche.
Los testigos describen a la asaltante como de una figura "robusta", cabello largo y oscuro atado en una cola de caballo.
La Policía local describió el hecho como "casi increíble" y que a demás, "el personal y los clientes se quedaron como estatuas de sal, porque no están acostumbrados a algo tan extraordinario".
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